6/6/12

Pediatras y psicólogos: dupla vital para la salud de nuestros hijos

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Pediatras y psicólogos: dupla vital para la salud de nuestros hijos

Es claro que el saber que la psiquiatría o la psicología han logrado sobre las Fobias, Trastornos Obsesivos Compulsivos y Depresiones, entre otras patologías de la edad adulta, es insuficiente para pensar los mismos cuadros clínicos cuando acontecen en la infancia o adolescencia. Del mismo modo, vale la pena repensar lo impreciso del uso de siglas cuya utilización muchas veces es inadecuada y masiva.

TGD, por ejemplo, Trastornos Generalizados del Desarrollo, muchos de ellos con el subtítulo no especificado. Aquí, una precisión, es conveniente la consideración del pasaje de lo singular clasificatorio del Síndrome del Autismo Infantil a la categoría de AUTISMO DE LA INFANCIA, máxime, teniendo en cuenta que es la patología más temprana en tanto acontece en los momentos iniciales de la vida.

Si de autismo(s) hablamos, nos encontramos con un niño que no puede disponer de una boca para hablar, para comunicarse; manifiesta una posición oposicionista a entrar en contacto con quienes lo rodean, a  sonreír ante la presencia del rostro materno, tampoco logra amoldarse a los brazos de ella. Las necesidades básicas para la vida no logran constituirse en rutinas armónicas. Panorama frente al que los padres se sienten desconcertados, llegando a pensar incluso que su hijo no los quiere… Todo en él nos dice que su proceso de crecimiento se encuentra en serios problemas, pero cada niño produce en sus manifestaciones algo que le es propio, que es irreductible a la generalización de una sigla clasificatoria como el TGD.

En cuanto a la consideración del tratamiento, pueden hallarse distintas posiciones, algunas en claro enfrentamiento intentando atribuirse un saber sobre el síndrome y una clínica específica.

La psiquiatría, la neurología, la biología, la psicología, la fonoaudiología y tantas otras disciplinas hablan, por suerte pueden hacerlo, de lo lamentable que es cuando algunos profesionales sostienen su práctica bajo la lupa de la oposición binaria, descartando lo que otros pueden aportar. Dejaré para otro momento fluir la letra sobre el particular no sin antes de recordar que la oposición cuerpo-mente o  patología orgánica vs psicógena, empobrece, es iatrogénica, mutilante y hace perder tiempos preciosos que inciden en la recuperación de un estado saludable.

Retomando el aporte de la clínica y teorías propias de la infancia, la niñez y la adolescencia, es pertinente aludir a una reflexión sobre el sujeto al que se refieren desde un marco no necesariamente psicopatológico. De ahí que, "su majestad el bebé" deba trabajar arduamente para llegar a ser una niña/o. Descorramos del horizonte que una niña/o es lo producido de la sola acción o deseo de los padres. Desde la cuna misma tendrá que ligar el cuerpo (real) biológico a un cuerpo libidinal, a solas no podrá, sería imposible, necesita de la voz materna y la de su entorno que le hable acerca del placer que experimentan de que haya nacido, de lo lindo e importante que es para ellos contar con él, suponerle capacidades de pensamiento similares a los de la madre y del padre; la madre hace referencia a un niño que le habla, en ese intercambio existen un uno y un otro activos. 

Actividad, la del niño, que pronto devendrá en juego. Si bien es deseable  que un niño pueda jugar, es más importante aún que lo haga con alegría y por el jugar en sí mismo. Un niño no juega necesariamente para reparar alguna experiencia de dolor, o para elaborar activamente lo sufrido pasivamente, juega porque es el bien privilegiado con el que cuenta para construir su subjetividad, su identidad, su salud.

Un apartado del libro de Antaine de Saint-Exuperio, El Principito, nos puede acompañar para hacer más comprensible el trabajo de crecer con el que el infamas se confronta.

¿Qué le pide el zorro al principito? "Que siendo un zorro igual a todos los otros zorros lo ayude a ser a su vez uno diferente a cualquier otro zorro -dijo el Principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"?

-"¡Ah…! Es una cosa muy olvidada -respondió el zorro-. Significa "crear lazos".

-"¿Crear lazos? -preguntó el Principito.

-"Así es -confirmó el zorro-. Tú para mí no eres más que un jovencito semejante a cien mil muchachitos. Además, no te necesito. Tampoco tú a mí. No soy para ti más que un zorro parecido a cien mil zorros. En cambio, si me domesticas… sentiremos necesidad uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo".

Tomo aquí el domesticar como la creación de lazos de afectos y no como el  sometimiento de uno por otro. El zorro, al igual que el bebé, a solas no puede, necesita de otros privilegiados que lo ayuden, que lo acunen, lo acaricien, lo piensen, que le confieran la capacidad de ser él mismo.

Escribe: Juan Carlos Fernández-Psicólogo

elcivismo.com.ar
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