17/6/15

Síntomas de depresión en los niños 17-06-15


Síntomas de depresión en los niños 


Durante el primer año de vida

Se pueden presentar varios trastornos que comprometen el aspecto emocional, especialmente si hay privación de la figura materna o ruptura del vínculo con la persona que está más dedicada al cuidado del bebé, lo que se conoce como depresión anaclítica.

Esta condición ocurre cuando la separación dura por varios días y hasta más o menos 3 ó 4 meses. Si antes de este tiempo se modifican las condiciones, se ha observado recuperación de los niños, aunque parece que no es total.

Cuando la privación materna es prolongada y no hay otra persona que establezca un vínculo afectivo permanente con el bebé, se presenta un cuadro conocido como hospitalismo, que se caracteriza por pasividad, expresión facial vacía, indiferencia ante los estímulos, retraso en el desarrollo psicomotor y enfermedades frecuentes.

Otra forma de depresión en esta etapa del desarrollo lo constituye el trastorno del vínculo, que ocurre en los casos en que, a pesar de contar con la figura materna, el niño está abandonado, no recibe afecto verdadero, ni las caricias y estímulos que necesita.

Son niños que no tienen ningún problema físico y, sin embargo, se retrasan en el desarrollo motor, en el peso y la estatura; sus respuestas son bien diferentes ante los estímulos, pues no hacen buen seguimiento visual, no sonríen, no reaccionan cuando se les va a alzar en brazos y las vocalizaciones están muy disminuidas. Además, se aprecia llanto débil, sueño excesivo y marcada apatía.

Niños de uno a tres años

En este periodo, la depresión interfiere con las habilidades que recientemente ha adquirido el niño. Aparecen, entonces, la regresión, la detención del desarrollo en habilidades tales como el lenguaje y la destreza para correr y jugar.

Se observan trastornos en la alimentación y en el sueño y conductas de auto–estimulación, como mecerse o morderse los dedos. En esta etapa el niño puede tratar de aferrarse permanentemente a los padres, debido a la ansiedad que le produce la separación, lo cual se manifiesta con apegamiento excesivo, llanto, negativismo e incapacidad para estar a más de tres o cuatro metros de ellos.

Esta ansiedad de separación, con cierta frecuencia, antecede el comienzo de una depresión.

Entre 3 y 5 años

Se han observado como características de depresión el aspecto triste, escasa actividad, fatiga, alteraciones en el sueño y reacciones de ira más frecuentes que en otros niños de esa misma edad, menos cooperación en las rutinas y cambios en el apetito.

En este período es frecuente el rechazo del niño para ir a la guardería, los episodios de ira, el retraimiento social y la aparición de quejas somáticas como dolor de estómago, de cabeza, reacciones asmáticas o problemas dermatológicos. Algunos niños llegan a tener comportamientos auto–destructivos, manifiestan ideas suicidas o pensamientos reiterativos sobre la muerte.

Niños entre seis y doce años

Los profesores son a menudo los primeros en notar el humor deprimido o la tristeza, el retraimiento y los cambios en el rendimiento escolar. Suele presentarse una impresión negativa de la propia capacidad.

Se observa incapacidad para divertirse, la queja frecuente de ‘estar aburrido’ o de que ciertas actividades le parecen muy tontas y fastidiosas.

Expresa opiniones negativas acerca de sí mismo e, incluso, aparecen ideas suicidas con y sin verdadera intención. Al igual que en las otras etapas de desarrollo y en los adultos, se observan alteraciones en el sueño, la alimentación y la actividad. Presentan mayor tendencia al aislamiento social y respuestas agresivas.

El bajo rendimiento escolar es un síntoma importante, que se asocia a la alteración en la concentración de la atención y la falta de motivación.

Es una etapa en la cual el niño puede verbalizar mejor sus sentimientos y lo hace a través de sus creaciones en el juego, el dibujo y sus sueños. Allí aparecen temas de culpabilidad, frustración, pérdida, baja autoestima, abandono y aún deseo de morir.

Adolescentes

La depresión en la adolescencia, más o menos entre los 12 y los 18 años, debe diferenciarse de los períodos de humor depresivo normales en la edad, lo cual exige cierta experiencia de quien hace el diagnóstico.

En estos casos, el rendimiento académico se ve afectado en forma significativa y persistente, el adolescente puede tener dificultades para ajustarse a los cambios propios de la pubertad, algunos presentan baja autoestima, rechazan su figura y se tornan dispersos y pueden mostrar dificultades en los procesos de abstracción.

Los adolescentes deprimidos resultan más vulnerables al uso de bebidas alcohólicas y substancias estimulantes y, al igual, enfrenta en número mayor ideas suicidas. Por este motivo, es muy importante que padres, profesores y profesionales de la salud tomen en serio los cambios en el rendimiento académico, en el comportamiento y en el estado de ánimo de los adolescentes. Especialmente, en todos aquellos casos en que existan antecedentes de trastornos en la atención, problemas de disciplina, ansiedad, trastorno oposicionista y excesiva preocupación por la figura corporal, con tendencia a la anorexia o a la bulimia.

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