19/9/08

Niños, rico darles gusto, pero no todo

Los padres deben aprender a decir no y a evitar que por la culpa, atiendan todos sus deseos y caprichos.

Cuando un niño recibe todo lo que quiere es muy difícil deslumbrarlo y mide el cariño a través de lo material; se vuelve exigente y no valora los detalles que le dan.

Desde juguetes último modelo que terminan apilados en medio de los miles que ya tiene el niño en su cuarto, hasta premios o recompensas, inclusive por levantarse de la cama, son los requisitos de los hijos con sus padres, quienes no les niegan nada.

Y es que los progenitores encuentran cualquier justificación para dar al niño lo que se le antoja: “no le dedico el tiempo que merece”, “quiero demostrarle cuánto lo quiero” o, “si no le doy lo que me pide, puedo generarle resentimiento hacia mí o traumas”.

Sin embargo, ninguna de las anteriores es una razón válida. “El amor no se compra y si el pequeño tiene acceso fácil y desde temprana edad a los juguetes y caprichos que quiere, difícilmente aceptará con gusto los regalos que le dan otros”, explica la sicóloga Nohelia Hewitt.

El niño, en la medida que tiene todo lo que anhela con solo pedirlo, se vuelve más exigente cada vez y no se conforma con detalles simples. Incluso, puede llegar al punto de saturarse y no saber qué es lo que realmente quiere o le gusta. Y eso mismo le puede pasar con la vida.

Además, Miguel de Zubiría Samper, sicólogo y director de la Fundación Alberto Merani, asegura que al darle gusto al niño en todo y al sobreprotegerlo, se crea un carácter frágil que lo hace más propenso a un futuro suicidio.

Durante su niñez, al complacer sus caprichos, lo que hicieron los padres fue “dibujarles a sus niños un mundo totalmente irreal, una película de Disney, de príncipes azules y princesas rosaditas, mágico, fantasioso y repleto de amor; por eso, cuando esas personas salen al mundo real, se encuentran a sí mismas sin ninguna protección. Lo cual se puede resumir en una sola palabra, fragilidad. Para mí, esta es la primera causa del suicidio, porque son como botellas de cristal que se rompen con cualquier pequeño viento”, asegura en su libro Cómo prevenir la soledad, la depresión y el suicidio en niños y jóvenes.

Premio por todo

Por la falta de tiempo, muchos padres intentan llenar el vacío de la figura paterna o materna (incluso, las dos, en algunas ocasiones) con toda clase de juguetes ignorando que el amor de un hijo se adquiere acompañándolo y forjando su personalidad a través de la exigencia de sus deberes como hijos, y no premiando cualquier actitud o comportamiento.

“Si basamos nuestro cariño en premios materiales, no generamos en los niños creatividad, tampoco les enseñamos a hacer las cosas por convicción, sino en espera de recibir algo a cambio. Y el día que no llevemos un estímulo material, no seremos buenos padres”, explica el pediatra Germán Soto.

Lo ideal, de acuerdo con la sicóloga Hewitt, no es negarle todo, sino encontrar el equilibrio perfecto y demostrarle la importancia de los detalles simples, pero sinceros. “Enseñarle el encanto de un beso, un abrazo, una caricia o una frase estimulante o alentadora que le ayude a la construcción de su autoestima y de un carácter seguro”, agrega Soto.

¿Y si no reciben lo que quieren?

Cuando no hay posibilidad de tener algo, los niños adoptan conductas rudas. “Las conductas agresivas verbales (groserías, gritos), no verbales (gestos, manotazos) o físicas (golpes, mordiscos, pellizcos) aparecen en el niño o la niña como respuestas a frustraciones o a cosas que no obtienen. Para alcanzarlas, acuden a pataletas que si son exitosas se vuelven su mejor manera de llegar a sus metas”, comenta Germán Soto.

También es usual que, como los niños son tan críticos y no miden sus palabras, ofendan y lesionen a la persona que le da el regalo ‘equivocado’. “Por ejemplo, al no recibir lo que quiere, porque los padres o amigos no cuentan con el presupuesto, dice: ¿Y por qué a mi amigo del salón sí le regalan eso y a mi me dan esto tan feo?", explica Nohelia Hewitt.
Y no hay que olvidar al que termina por acostumbrarse a medir el cariño de sus padres a través de la calidad y cantidad de regalos que reciba de ellos. Dice mi papá no me quiere porque no me dio lo que le pedí.

En estos casos, los expertos recomiendan enseñarles a los niños a que encuentren valor en lo que le dan, por más pequeño que sea. Y así el niño sea grosero, no golpearlo, ya que al hacerlo, en lugar de remordimiento de conciencia, lo que genera es resentimiento y miedo.

“Entonces, el menor no admira, sino teme a sus padres y obedece mecánicamente lo que ellos dicen, por temor y no porque crea en ellos ni por convicción de que sea lo mejor para él”, explica el pediatra Soto.

Recomendaciones

La sobreprotección, la permisividad excesiva o la premiación permanente no son señales de cariño hacia su hijo. Siempre es posible reservar tiempo para ellos, esto vale más que todos los juguetes que le compre. El niño sigue el ejemplo de sus modelos inmediatos: padres y maestros. De ahí la importancia de ser los mejores modelos, valorando los pequeños detalles que reciben.

Si su hijo es rudo y no valora los detalles que le dan, no lo reprenda con agresividad. Prefiera hablar sereno y seguro, evitando los adjetivos como grosero, cochino o vulgar. Mejor dígale que no utilizó las palabras adecuadas, ni tomó la mejor actitud, pero que, seguramente la próxima vez sí lo va a hacer de la manera correcta (no hablar de ser, sino de estar).

No olvide articular el buen ejemplo en casa, dado por la instauración adecuada de la autoridad “entendida como una relación de capacidad y no de poder y la coherencia entre lo que decimos y hacemos (base de la credibilidad)”, agrega Soto.

Pilar Bolívar Carreño
Reportera Abc del bebé


Enviado por Graciela E. Prepelitchi


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