22/1/06

Óvulos en Seúl y 30,000 dólares en Pittsburgh

Es poco probable que Hwang Woo-suk y sus colaboradores más directos vuelvan a aparecer en las páginas de honor de las revistas científicas, pero a este paso van a acabar saliendo en las portadas de la prensa tabloide. La misma comisión de la Universidad Nacional de Seúl que ha destapado los fraudes científicos del investigador coreano ha revelado estos días que uno de los implicados en el escándalo, Kim Sun-jong, cobró la semana pasada 30.000 dólares de Hwang, que unos días antes le había demandado por manipular sus células madre.

En realidad, Kim no recibió el dinero directamente de Hwang, que lleva una semana de baja por úlcera en Seúl. Kim trabajó hasta el año pasado en el hospital MizMedi de la capital surcoreana, la clínica que suministraba a Hwang los óvulos para las (supuestas) clonaciones. Pero a raíz del éxito coreano se fue a la Universidad de Pittsburgh con Gerald Schatten, el científico norteamericano que sirvió a Hwang como nexo con los grandes laboratorios de Estados Unidos, y que figura como coautor principal, junto al propio Hwang, en el artículo fraudulento publicado por Science en junio pasado.

Fue otra colaboradora de Hwang, la doctora Curie Ahn, la que viajó de Seúl a Pittsburgh para entregar los 30.000 dólares a Kim. Pero Kim tuvo que viajar a Seúl el sábado pasado para comparecer ante la comisión de investigación de la universidad. Según la comisión, Kim trajo los dólares de vuelta a Seúl y se los dio a la propia comisión "para que se los guardara".

Óvulos

Hasta su marcha a Pittsburgh, Kim era un estrecho colaborador de Roh Sung-il, el director de reproducción asistida del MizMedi, y el otro demandado por Hwang un día antes de su dimisión por el escándalo el viernes pasado. Kim y Roh son dos figuras centrales en el desencadenamiento de la crisis que ha desenmascarado a Hwang.

Cuando Science pidió a Hwang nuevas figuras antes de publicar el artículo que ahora se ha demostrado fraudulento, las figuras se montaron en Pittsburgh. Es probable, por tanto, que Kim fuera uno de los primeros miembros del equipo que estuvieran al tanto del fraude.

Kim también debió observar de cerca, forzosamente, las cada vez más frecuentes visitas de Hwang a Estados Unidos, sobre todo después del verano, cuando Schatten empezó a buscarle laboratorios interesados en usar los servicios del recién inaugurado Centro Mundial de Células Madre de Seúl. Si Kim sabía que las clonaciones de Hwang eran un engaño, esa gigantesca burbuja debió de asustarle.

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