30/1/07

El divorcio no siempre es traumático para los hijos- La Nación

From: Jorge Garaventa

Conclusiones de un estudio en 160 jóvenes

El divorcio no siempre es traumático para los hijos

A largo plazo también puede dejarles valiosas enseñanzas

Aporta una visión realista de los vínculos y una mayor confianza en sí mismo

La continuidad de la familia es clave para favorecer la adaptación de los chicos a los cambios

"El divorcio es la disolución del vínculo conyugal, lo cual no significa la ruptura de la familia -dice en forma categórica la doctora Dora Davison, presidenta de la Fundación Familias Siglo XXI-. La separación de los padres siempre es una experiencia dolorosa, pero no necesariamente traumática."

Desde el punto de vista psicológico, la especialista señala que los niños cuyos padres, luego de la separación, continúan satisfaciendo en forma conjunta sus necesidades, "no sólo tienen mayores probabilidades de no padecer alteraciones en su desarrollo, sino que muchas veces esta nueva situación se transforma, a largo plazo, en una oportunidad de crecimiento y aprendizaje".

Sin embargo, antes de continuar con el análisis desde esta perspectiva, Davison advierte: "Básicamente hay dos tipos de divorcio, uno destructivo y otro que denominamos «viable». Es este último al que hacemos referencia, el cual se transita como una especie de solución o remedio que pone fin a una situación insostenible, donde los hijos participan de un clima hostil permanente entre sus padres".

Con respecto a esta mirada, que asume la posibilidad de aprender algo positivo de una situación naturalmente dolorosa, la licenciada Ilana Sever, argentina y docente en la Universidad de Haifa, Israel, realizó un estudio del que participaron 160 adultos jóvenes de entre 20 y 30 años, todos estudiantes universitarios e hijos de padres separados.

"El fundamento teórico se basó en el proceso de crecimiento postrauma que, sin anular el dolor y los efectos negativos de la experiencia, postula que «al lado» de todo esto hay una oportunidad de fortalecerse y aprender a enfrentar dificultades", comenta la terapeuta familiar.

Crecimiento

¿Salió algo bueno para ustedes de todo lo malo que vivieron? Ante la inusual pregunta de la licenciada Sever, los jóvenes se mostraron sorprendidos. "Sin embargo, la mayoría pudo contestar, y mencionaron tres áreas en las cuales habían experimentado un avance: fortalecimiento (mayor responsabilidad, flexibilidad a los cambios, madurez, perspectiva más realista hacia la vida y confianza en sí mismos); relaciones con el otro (mayor empatía en las relaciones interpersonales) y sabiduría en relaciones de pareja, lo que se traduce en saber aceptar las diferencias personales dentro de la pareja y la legitimidad de terminar una relación insatisfactoria", señala.

Las expertas coinciden en que la mayor intensidad del impacto del divorcio se percibe en el corto plazo. "Dos o tres años después, en general, comienzan los ajustes y la familia binuclear [compuesta por dos casas u hogares] vuelve a ser un sistema estable, con rutinas, tareas y responsabilidades establecidas", menciona Davison.

Otros datos que se desprenden del estudio de campo de Sever, que se presentó recientemente en la Fundación Familias y Parejas, revelaron que el 37% de los jóvenes calificó su actitud frente a las complicaciones surgidas del divorcio como buena; un 36% como muy buena; un 24% reconoció que fue aceptable y sólo un 3% la calificó como mala.

"En cuanto a los efectos causados en los jóvenes, el 44% consideró que los positivos finalmente lograron superar los negativos; el 22% manifestó exactamente lo contrario y el 26% combinó en forma igual ambas sensaciones", precisa Sever. El 4% consideró solamente efectos positivos y la misma proporción lo hizo en forma negativa.

Para Davison, la estabilidad de los hijos está asegurada por el vínculo de filiación. "La continuidad de la familia es clave, y lo más importante es que los padres no utilicen a los hijos como un botín de guerra", sintetiza. Por su parte, Sever agrega: "El estudio demostró que los jóvenes que recibieron apoyo de ambos padres asimilaron mejor el cambio y experimentaron luego de varios años un proceso de crecimiento".

"Muchas veces, lo primero que hacen los padres es mandar a los chicos a un psicólogo, cuando en realidad son ellos los que deberían ir para poder contenerlos. Hay que romper con el mito de que el divorcio es un trauma que condena a la familia para siempre", concluye Davison.

Por Soledad Vallejos

De la Redacción de LA NACION

Enviado por Lic. Graciela E. Prepelitchi [gra.prepelitchi@fibertel.com.ar]

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